La Lista de Sinde

domingo, 14 de junio de 2009

El absurdo de los límites de velocidad

He vuelto. He vuelto entero. He vuelto molido pero muy feliz. He vuelto sin tener que pagar el “impuesto circulatorio” a las ávidas garras de nuestras múltiples e insaciables administraciones.

Como al final de lo que va el tema es de recaudar (la DGT ha conseguido un ratio de euros/accidente que ya quisiera para sí cualquier empresa legal de este mundo), mi única opción para mantener mi libertad de conducir mi moto, sin poner más en riesgo que mi propia cara, es la de irme por carreteras pequeñas.

Carreteras que son una auténtica gozada para un motero con el sentido común como para no usarlas como si estuviera en circuito, y que producen adrenalina a “cholón” con tanta curva y recoveco. Y paisajes de quitar el hipo.

Carreteras donde la GC no aparece, ya que el número de vehículos es muy bajo –mejor aún para las motos- y el chollo no es cuidar los sitios con peligro si no “apratullar” donde más “estampitas” puedan ponerle a los conductores.

Carreteras, mejoras de un país rico, donde el asfalto es MUCHO mejor que en las autovías o autopistas. Donde los radares no existen ni hay coches camuflados. Donde te centras en conducir y en ver el paisaje. Donde, cuando los brazos se van cansando, conduces con una mano sin que el helicóptero de turno te filme y lo mande a los noticiarios como si estuvieras matando viejecitas.

Y entonces llego a Madrid y me encuentro con el summun del absurdo:

Si en una carretera comunitaria o comarcal dentro de un túnel de doble sentido el límite de velocidad está fijado en 90km/h. Y en la misma carretera al aire libre es de 100km/h. ¿Porqué en la M30 de Madrid con cuatro carriles por banda, una asfalto excelente y una muy buena señalización han dejado el absurdo e inoperante límite de 70km/h?

¿Es que los de Madrid, por ser de capital, somos más lerdos e inútiles conductores que los del “campo”?

Respuesta: 13 radares que saltan a partir de 73km/h y que generan miles de euros al día para las arcas del enorme y desproporcionado ayuntamiento.

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